En el presente artículo haremos un recorrido por la historia evolutiva de los peces que nos permitirá a su vez, conocer cómo han variado las características morfológicas de lo que actualmente conocemos como este nombre. De hecho, el término pez (como muchos otros) carece de valor taxonómico aunque coloquialmente ha tenido gran aceptación entre los aficionados y es algo que también trataremos.
Muchos de nosotros hemos oído hablar alguna vez de "fósiles vivientes", "peces pulmonados", "peces primitivos" y estamos seguros que estos términos despiertan gran interés incluso entre el público no aficionado. La razón es la fascinación de los humanos por todo lo antiguo o extinguido, no tenemos más que ver la filmografía estadounidense con películas tipo Parque Jurásico donde aparecían los temidos dinosaurios para darnos cuenta.
Siempre asociamos morfologías terroríficas a todas aquellas formas vivientes que poblaron la Tierra en tiempos pasados y más que causarnos temor, debería despertar nuestra curiosidad. En ellas se encuentra la explicación a la morfología que presentan las especies actuales y es uno de los objetivos de este artículo, el intentar mostrar cómo a partir de formas ancestrales han aparecido los peces que conocemos en la actualidad.
La teoría más aceptada sobre el origen de los cordados es la teoría larvaria de Garstang que propone como ancestro un organismo con sistema tentacular que daría lugar a los equinodermos, gracias a transformaciones a nivel del segundo metámero que originarían el aparato acuífero y el sistema tentacular típico de las estrellas de mar para entendernos.
La aparición de las perforaciones faríngeas en las larvas de éstos, da lugar a los llamados Pteribranquios y a medida que estas perforaciones aumentan en tamaño, ya iniciamos el paso evolutivo hacia la filtración interna con ausencia de tentáculos que es el grupo de los Enteropneustos. Todas estas transformaciones como es lógico tienen lugar a nivel de larva no cuando el animal es adulto.
El hecho que una larva pueda alimentarse de forma más eficiente y durante más tiempo en el plancton marino provoca que aumente considerablemente su tamaño y que el desplazamiento por medio de cilios comience a ser complicado de realizar. La solución encontrada por estos organismos es la formación de un sistema muscular que descansa sobre un eje resultado del endurecimiento de las células de la parte dorsal del digestivo y que recibe el nombre de notocuerda.
Precisamente, encontramos entre las formas actuales, animales cuya larva presenta estas características a primera vista tan simples y son el grupo de los Urocordados. Se cree que el desarrollo magno experimentado por las larvas de éstos, dio lugar a la aparición de gónadas (órganos reproductores), es decir, sufrieron lo que conocemos como progénesis, proceso en el cual el adulto filtrador se perdería en el ciclo biológico de la especie y únicamente quedaría la fase larvaria que evolucionaría hasta dar lugar a los Cefalocordados.
De hecho, hay ciertas especies de cefalocordados que aún sin ser realmente peces, al no presentar ni mandíbulas ni aletas pares, bien podrían serlo por la forma de su cuerpo y tienen interés científico, ya que al estudiarlos nos permiten comprender un poco mejor la evolución de los cordados.
Los cefalocordados son unos organismos de pequeño tamaño que escasamente superan los 5 cm de longitud y que habitan el sedimento marino donde se alimentan.
Hemos visto como en un momento de la evolución desaparecieron los tentáculos y pasamos a un sistema de filtración por medio de cilios, pues vamos a ver ahora cómo tuvo lugar la aparición de las mandíbulas.
La necesidad de capturar partículas de tamaño grande hace aparecer la musculatura en la boca de los animales que actúa como si de una bomba de succión se tratara. Esto no quiere decir necesariamente que presenten mandíbulas, como es el caso de los Agnados dentro de los cuales encontramos a los Mixinoideos y las Lampreas (Petromyzon).
Los mixinoideos son organismos carroñeros que superan escasamente la treintena de especies. Por otro lado, las lampreas son comunes en según que zonas de Europa y muy apreciadas gastronómicamente. Los adultos son ectoparásitos, lo que quiere decir que se nutren fijándose sobre otros peces y absorbiendo nutrientes de éstos.
El hecho que no tengan mandíbulas ni aletas pares hace que no puedan considerarse peces, aún con el parecido que puedan tener con peces anguiliformes como la anguila.
Los primeros organismos que podemos considerarlos peces son los llamados peces catilaginosos o Condrictios formados por unas 630 especies. Es curioso pensar que los depredadores más sofisticados que surcan los mares y océanos son a su vez los peces con características más primitivas. Dentro de este grupo, encontramos a los Elasmobranquios (tiburones y rayas) y a los Holocéfalos (Quimeras).
Estos peces pueblan la Tierra desde hace muchos años y se pone de manifiesto en sus características anatómicas: piel con escamas placoideas, esqueleto cartilaginoso, ausencia de vejiga natatoria, carencia de opérculos, etc...
Existe una gran diversidad entre los peces cartilaginosos no tenemos más que pensar en el inmenso tiburón ballena (Rhyncodon typus) que pese a su tamaño únicamente se alimenta de plancton o en el temido tiburón blanco (Charcarodon charcarias) carnívoro por excelencia.
Está claro que no podemos mantener en un acuario doméstico a ninguno de estos grandes depredadores por razones obvias pero en cambio, podemos encontrar una serie de Condrictios que sean aptos para acuarios de agua dulce o salada de cierto tamaño. Quizá la familia más popular sea la Potamontrygonidae a la cual pertenecen las rayas sudamericanas de la cuenca amazónica.
En los comercios encontramos a la venta especies como: Potamotrygon laticeps y Potamotrygon motoro como las dos especies más comunes, si bien es posible encontrar ocasionalmente a Potamotrygon hixtris, Potamotrygon reticulatus, etc...
De todos modos, advertimos que su adaptación al acuario es costosa y requieren especial dedicación en temas de alimentación y patologías diversas asociadas a las heridas que puedan ocasionarse con la decoración del acuario y responden muchas veces con poco éxito a los tratamientos aplicados. Por ello, se recomiendan sólo para acuariófilos experimentados que posean un acuario de gran tamaño provisto de un sustrato de arena fina.
Dejando los peces cartilaginosos, nos adentramos en los peces óseos u Osteictios dentro de los cuales encontramos a los llamados "fósiles vivientes" junto con la gran mayoría de peces actuales que forman el 98% de los peces vivientes repartidos entre aproximadamente 18000 especies.
La gran cantidad de especies existente ha permitido su adaptación a las condiciones ambientales más rigurosas y por tanto, ha favorecido la biodiversidad.
Dentro de los peces óseos, encontramos dos grupos bien diferenciados: Sarcopterigios (aletas carnosas) y Actinopterigios (aletas con radios) de los cuales vamos a hablar a continuación.
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