Aparato vegetativo de las plantas
El aparato vegetativo lo constituyen todos los órganos que forman parte de una planta con excepción de los reproductores. Por tanto, de lo que vamos a hablar en este artículo es de la morfología que presentan: raíces, tallos y hojas.
Aunque esta web está dedicada a la acuariofilia, hemos dado un enfoque más general a este artículo haciendo referencia tanto a plantas terrestres como acuáticas con el objetivo de daros una información mucho más completa. No está ni mucho menos toda la información existente sobre el tema, por la sencilla razón que se alargaría demasiado el artículo y se cargaría en exceso de tecnicismos que creemos innecesarios para un artículo que pretende dar unas nociones básicas de anatomía de las plantas.
Raíz
Se trata de un órgano típicamente subterráneo con geotropismo positivo (crece a favor de la gravedad) y cuyas funciones quedan resumidas en los siguientes puntos:
- Obtención del agua y las sales minerales necesarias para la vida de la planta.
- Fijación de la planta al sustrato (no hablamos de suelo porque no todas las plantas crecen en él).
- Puede actuar como almacén de sustancias de reserva en ciertas plantas
Dichas funciones se aplican a todo el conjunto de plantas, si bien según el tipo de planta tenemos excepciones. Por ejemplo, los hidrófitos (plantas acuáticas) al estar completa o parcialmente sumergidas, sus raíces no tienen la función específica de absorción de agua ni tampoco de nutrientes en muchos casos, así como tampoco la de fijación en el caso de las plantas flotantes.
Las partes de las que consta una raíz quedan señaladas en el siguiente esquema:
Piloriza o caliptra. Suele tener un color amarillento y se encuentra situada en el extremo de la raíz. Su función es la de evitar que la zona meristemática se lesione cuando crece la raíz en el sustrato.
Zona meristemática o punto vegetativo. Situada justo por encima de la caliptra, es la responsable del crecimiento de la raíz. En ella encontramos células indiferenciadas que no paran de dividirse.
Zona lisa o de elongación. Las células nuevas resultado de las divisiones sucesivas que tienen lugar en el punto vegetativo van aumentando de volumen en esta zona, de manera que desplazan la zona meristemática hacia el sustrato y el resultado es el crecimiento de la raíz en longitud.
Zona pilífera. Constituye la única zona de absorción de la raíz y está formada por una serie de pelos muy finos e incoloros que aumentan en longitud conforme nos alejamos del ápice.
Las plantas acuáticas carecen en la mayoría de los casos de ella.
Zona suberosa. Los pelos absorbentes que forman la zona pilífera tienen una vida muy corta y enseguida mueren transformándose en pelos suberificados cuya única función es la de anclaje.
Cuello. Zona de contacto de la raíz con el tallo.
No todas las raíces se ramifican del mismo modo ni tienen el mismo origen en la planta e incluso en algunos casos, sufren una metamorfosis para realizar funciones específicas muy a menudo ligadas al crecimiento bajo determinadas condiciones ambientales.
Sistemas de ramificación
Distinguimos dos tipos de ramificación:
- Axonomorfa. Existe una raíz principal que forma un eje central del cual salen lateralmente raíces secundarias. Presenta crecimiento indefinido y lo encontramos en plantas dicotiledóneas.
Se dice que todas las plantas que presentan este sistema de ramificación radicular tienen alorizia.
- Fasciculado. No existe ninguna raíz principal y todas las que forman el sistema radicular tienen aproximadamente la misma longitud. Se dice que estas plantas presentan homorizia y es típico de plantas monocotiledóneas.

Origen de la raíz
Según cuál sea el origen de la raíz, distinguimos dos tipos:
- Raíces caulogénicas. Reciben este nombre las raíces que emergen de forma natural del tallo en lugares determinados y sin que haya tenido lugar ningún tipo de intervención especial en la planta.
- Raíces adventíceas. Dícese de las raíces que se forman en determinadas ocasiones en el tallo de las plantas y de manera “no natural”. El ejemplo más claro lo encontramos en las raíces que se generan en los esquejes de: geranios (Pelargonium sp.), etc...
Raíces especializadas en funciones concretas
Distinguimos a grandes rasgos hasta seis tipos diferentes de raíces atípicas:
Tuberosas. La parte apical de la raíz se engruesa y se convierte en almacén de sustancias de reserva que actúa como órgano de reproducción asexual (propágulo).
Ejemplo: Dalias (Dahlia sp.)
Adherentes. Son raíces provistas de una especie de garfio que les permite anclar la planta sobre sustratos verticales como las cortezas de los árboles.
Ejemplo: Hiedra (Hedera helix)
Respiratorias. También llamadas neumatóforos, son raíces que sobresalen del agua y facilitan la respiración de las raíces de las plantas que crecen en zonas pantanosas.
Ejemplo: Mangle rojo (Rhizophora mangle)
Napiformes. El eje principal se convierte en un almacén de sustancias de reserva.
Ejemplo: Zanahoria (Daucus carota)
Paliformes. Son raíces aéreas que aparecen en plantas que crecen en zonas de suelos inestables y que pueden servir para absorber nutrientes pero cuya función principal es la de sostén.
Ejemplo: Ficus de Bengala (Ficus bengalensis)
Haustorios. Son típicos de las plantas parásitas y hemiparásitas. Aquí las raíces se han transformado en órganos de succión y sirven a la planta para obtener todos los nutrientes que ella necesita directamente de su hospedador.
Ejemplo: Frailes (Orobanche sp.)
Tallo
Se trata de un órgano típicamente aéreo con geotropismo negativo (crece hacia el aire) y cuyas funciones quedan resumidas en los siguientes puntos:
- Servir de soporte a las hojas y distribuirlas de manera que la planta tenga la mayor superficie fotosintética posible.
- Servir de conexión entre las raíces y las hojas (transporte de nutrientes).
- En casos excepcionales, sirve como almacén de sustancias de reserva.
Las partes de las que consta un tallo están señaladas en el siguiente esquema:
Yema apical. Se encuentra situadas en el ápice y es la responsable del crecimiento en longitud del tallo. Se trata de una zona meristemática, es decir, una zona donde existe un conjunto de células indiferenciadas cuya única función es dividirse protegidas por unas hojitas que reciben el nombre de primordios foliares.
Yema axilar. Aunque la definición de yema axilar es un tanto ambigua, diremos que una yema axilar es aquella que se encuentra situada en la axila de las hojas y de la cual salen las ramificaciones secundarias del tallo.
Decimos que es ambigua, porque una yema axilar puede convertirse en apical si por el motivo que sea la yema apical deja de ser funcional (poda) y las axilares toman el relevo.
Os aconsejamos que no os rompáis la cabeza con estos términos porque no tienen la mayor importancia y en definitiva, todo son yemas, es decir, zonas de las cuales emergen ramificaciones del tallo o bien nuevas hojas.
Nudo. Punto del tallo del cual salen las hojas y en sentido amplio también las ramas.
Entrenudo. Zona de tallo comprendida entre dos nudos.
Base. Zona del tallo que está en contacto con la raíz.
Forma del tallo
Pese a que un tallo típico presenta todas estas partes, la naturaleza es muy diversa y podemos encontrar plantas cuya morfología se escapa de la regla general. Sin ir más lejos, tenemos las plantas de crecimiento basal, también llamado en roseta, que se consideran acaules, puesto que presentan un tallo reducido a su base y del cual salen por la cara superior hojas y por la cara inferior raíces.
Continuando con la forma de los tallos, nos encontramos con plantas que presentan tallos prismáticos de sección tetragonal como es el caso de la familia de las labiadas: salvia (Salvia sp.), romero (Rosmarinus officinalis), lavanda (Lavandula sp.), etc..., pero también con secciones elípticas en tallos cilíndricos como pasa con Poa compressa (gramínea).
Estos son tan sólo algunos ejemplos donde todavía podemos reconocer lo que es un tallo típico, si bien la naturaleza nos brinda casos más curiosos. Ciertas especies de plantas han comprimido hasta tal punto los tallos que tienen la apariencia de hojas, es decir, láminas verdes de crecimiento limitado que reciben el nombre de filocladios como es el caso del brusco (Ruscus aculeatus) o bien de la higuera de moro (Opuntia fiscus-indica) en la cual aparte las hojas se han transformado en espinas, algo por otro lado muy frecuente en las plantas con tallos carnosos.
¿Cómo sabemos que son tallos? Porque las flores y los frutos nunca salen de las hojas en las plantas sino de los tallos. Aparte un estudio histológico no deja lugar a dudas.
Del mismo modo que hemos visto que no todas las plantas tienen la misma forma de tallo, el grueso del mismo también varía. Tenemos tallos finos como el de muchas gramíneas, pero también gruesos como el de los árboles que en algunos casos pueden llegar a alcanzar diámetros considerables. Entre los árboles más gruesos que tenemos en el planeta encontramos a: Bahobabs, Sequoias y al castaño de los cien caballos del Etna.
Tipos de tallos
Distinguimos diferentes tipos atendiendo a su morfología:
Suculentos. Tallos engrosados y especializados en el almacenamiento de agua. Son típicos de plantas que viven en zonas áridas como las Cactáceas.
Volubles. Tallos que se retuercen alrededor de un soporte como es el caso de correolas (género Convolvulus).
Estolones. Tallo largo telescópico de crecimiento horizontal de cuyos nudos salen raíces y hojas dando lugar a nuevas plantas. Es un mecanismo de multiplicación vegetativa y lo presentan plantas terrestres como las fresas (Fragaria vesca) o hidrófitos como las plantas del género Vallisneria.
Aplanados. Hablamos de ellos anteriormente, es el caso del brusco y de la higuera de moro.
Espinosos. Son tallos acabados en punta y que constituyen una defensa contra los herbívoros. Debemos diferenciar espinas de aguijones. Los segundos los presentan las zarzas y si hacemos fuerza con una uña saltan cosa que no pasa con las espinas.
El ejemplo más característico de nuestra flora es el arañón o endriño (Prunus spinosa).
Zarzillos. Los tallos presentan unas prolongaciones de crecimiento limitado que les permiten fijarse sobre el sustrato.
Ejemplo: viña (Vitis vinifera)
Subterráneos. Tallos que sirven como almacén de sustancias de reserva y que intervienen en la multiplicación vegetativa de las plantas. Tienen consistencia carnosa y encontramos varios tipos:
- Rizomas. Tallos principalmente subterráneos con crecimiento típicamente horizontal en la mayoría de los casos. Producen raíces por su cara inferior y hojas por la superior.
Ejemplo: menta (Mentha sp.), helecho de Java (Microsorium pteropus), algunas ciperáceas, etc...
- Tubérculos. Tallos subterráneos con crecimiento limitado y vida anual. Sirven como almacén de energía que posteriormente invierten en la producción de tallos aéreos. A su vez, se comportan como órganos de multiplicación vegetativa y el ejemplo más típico lo encontramos en la patatera (Solanum tuberosum).
- Bulbos. Tallos subterráneos muy diversos formados por un tallo aplanado que lleva una yema responsable de la formación de las hojas típicas y que está protegida por todo un conjunto de hojas llamadas catafilos que típicamente acumulan sustancias de reserva como es el caso de las cebollas (Allium cepa) o de la cebolla de agua (Crinum thaianum).
Tipo de crecimiento
Distinguimos dos tipos:
Braquiblasto. Tallo de crecimiento limitado como pudieran ser las hojas de los pinos, los pedúnculos que sustentan el fascículo de hojas en los cedros, etc...
Macroblasto. Tallo de crecimiento ilimitado como son generalmente los rizomas, los tallos de las plantas de crecimiento rápido, etc...
Tipo de ramificación
Distinguimos dos tipos básicos:
Monopódica. Crecimiento vertical continuado e ilimitado. Lo encontraríamos en gimnospermas como las coníferas, en plantas acuáticas como las de crecimiento rápido, etc...
Simpódica. Crecimiento vertical limitado que se para en el momento que la yema apical deja de crecer, teniendo lugar entonces una ramificación. Un ejemplo sería el castañero (Castanea sativa), roble (Quercus robur), etc...
No queremos extendernos más en las diferentes maneras en cómo pueden clasificarse los tallos, tan sólo hacer mención que aparte de todo lo dicho, las plantas según las condiciones ambientales en las que viven pueden presentar ciertas particularidades morfológicas como la presencia de pelos (tricomas), ceras, etc... que si bien en las plantas acuáticas son inexistentes, no lo son en las palustres y mucho menos en aquellas que viven en zonas áridas.
Hojas
Las hojas son órganos laminares de crecimiento limitado que presentan típicamente simetría dorsiventral (anverso y reverso) y que nacen de las yemas de los tallos. Aunque en la mayoría de los casos es posible distinguir el reverso del anverso por particularidades morfológicas visibles a simple vista, ciertas plantas han perdido la dorsiventralidad de sus hojas como es el caso de las hojas colgantes de un eucalipto (Eucalyptus globosus).
Su función principal es la de realizar la fotosíntesis y el intercambio de gases aunque todo esto también pueda darse parcialmente en los tallos verdes. De igual modo, también tiene lugar la absorción de nutrientes a través de ellas en ciertos grupos de plantas incluso de manera principal y en menor grado en todas las plantas terrestres aunque de forma muy limitada y sólo de determinados nutrientes.
Las partes de las que consta una hoja son las siguientes:
Limbo. Zona laminar más o menos ancha según los casos.
Pecíolo. Mango que aguanta la hoja y la sujeta al tallo por medio de su base.
Vaina. Parte inferior del pecíolo que suele ser a menudo más ancha.
Nervios. Son los conductos por donde circula la savia y comunican la hoja con el resto de la planta. Distinguimos diferentes tipos de nervaduras, pero nosotros sólo hablaremos de los dos tipos principales:
- Nervadura pennada. Es la más frecuente y la encontramos en las dicotiledóneas. Se diferencia un nervio principal central y una serie de secundarios que salen de éste más finos.
Ejemplo: manzano (Pyrus malus)
- Nervadura paralela. Es la típica de las monocotiledóneas y está formada por una serie de nervios que recorren la hoja de punta a cabo de forma paralela. Puede o no existir un nervio central.
Ejemplo: gramíneas
Pueden aparecer en la base de las hojas una serie de estructuras accesorias como son: estípulas y lígulas. Las primeras son unos apéndices foliares laminares en la mayoría de los casos que suelen estar en la base y a cada lado de la hoja en ciertas plantas. Por otro lado, las segundas son de consistencia membranosa y son típicas de las gramíneas donde suele faltar pecíolo y se encuentran situadas entre el limbo y la vaina de la hoja.
No vamos a entrar en los diferentes tipos de hojas que existen porque son muchas las clasificaciones que pueden hacerse y nos extenderíamos demasiado, pero lo que sí vamos a hacer es una clasificación de las hojas según su distribución en el tallo porque es fácil confundir términos y merece la pena tenerlo claro especialmente para cuando realizamos la descripción de alguna planta.
Disposición de las hojas en los tallos
Distinguimos cuatro tipos básicos:
Opuestas. Dos hojas dispuestas una enfrente de la otra. Ejemplo: Cardamine lyrata, Cabomba caroliniana, etc...
Verticiladas. Tres o más hojas emergen del mismo nudo y se disponen alrededor de éste en un mismo plano horizontal. Ejemplo: Lymnophila sessiliflora, adelfa (Nerium oleander), etc...
Alternas. Una hoja sale de cada nudo y se disponen de forma alternada a lo largo de dos filas. Ejemplo: Olmo (Ulmus sp.)
Esparcidas. Cada hoja va por libre y no encontramos más de una en cada nudo. Sería el resto de casos.
No todas las plantas presentan el mismo tipo de hojas durante toda su vida ni tampoco en algunos casos encontramos en una misma planta el mismo tipo de hojas. Hablamos de heterofilia cuando las plantas presentan más de una morfología foliar y de isofilia/anisofilia cuando las hojas de una misma planta son todas iguales o diferentes respectivamente.
Un ejemplo claro de heterofilia lo encontramos en las plantas palustres con la morfología foliar que presentan cuando son cultivadas de forma emergida o sumergida, pero también en algunas terrestres como la hiedra (Hedera helix).
Pueden aparecer también hojas modificadas (metamorfosis) para realizar funciones concretas y así tenemos:
- Espinas. Sirven para la defensa y las presentan plantas de ambientes áridos como las cactáceas.
- Suculentas. Hojas cerradas sobre si mismas que se utilizan como almacén de agua. Las encontramos en plantas de zonas áridas: pata de elefante (Lithops sp.), Carpobrotus edulis, etc...
- Zarzillos foliares. Ciertas hojas o pecíolos se transforman en una especie de filamentos y permiten a la planta fijarse a los sustratos. Ejemplo: faberas (Viccia faba), etc...
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